En este blog se publicarán poemas de poetas consagrados, poemas de la autora y de otros poetas contemporáneos, información sobre actividades artísticas:cine, pintura, música, y artículos sobre la creación desde un enfoque psicoanalítico.
lunes, 20 de julio de 2009
miércoles, 15 de julio de 2009
SOY LAILA, UNA CANCIÓN, VENGO DE PALESTINA. POEMA DE NORMA MENASSA
Después de tanto amor te dije:
Me despido, vuelvo en un mes,
me voy a Palestina
Quería que me amaras de una manera noble
A veces me gustaba no estar
para que me supongas e imagines mis pasos
Resonando en ciudades
Calles por las que me perdía hasta dar con un parque
Portales invernales donde
Las catedrales comenzaban a alzarse,
Piedras de siglo angosto metiéndome en un bar
Con olor a frituras, a paté y vino tinto
Yo quería volver parecida a una estrella
para que vos me amaras
que estuviese conmigo cubriéndome los hombros
ahuecando tu mano para apretarme el cuerpo
metiéndome en tu historia,
la vida de tus días esperando las noches.
Pensaba que la ausencia era una tierra firme
Pero no fue posible
Espesó la negrura
No pude ver tus manos
tensándome las fibras
y saltaron las cuerdas por el aire
quedando rota en un final quebrado
Yo volvía contenta
traía la nostalgia
Había ido tan lejos
volvía tan extraña
Soy Laila, una canción
vengo de Palestina…
Pero esta vez no te pude entender
tuve que fusilarte.
Norma Menassa
miércoles, 8 de julio de 2009
AMOR ENTRE LAS MÁQUINAS. Alejandra Menassa
Despliego mis encantos en sórdidas metrópolis,
sólo para encelarte, porque sé que no es en habitaciones
de finos nigromantes donde se teje mi solemne destino.
Preludio mis amores al ritmo de sonoros engranajes,
de fulmíneas turbinas, de lámparas ustorias,
te amo bajo las huestes de sórdidos ejércitos de máquinas agónicas;
Te amo bajo la luz mortecina de la fábrica, con sus ardientes
ruidos de bestia herida y sus exhalaciones pestilentes.
Te inquiero con preguntas que hacen saltar tornillos de íntimos mecanismos
¿Me querrás cuando el sonido de metálicas filas se detenga en lo oscuro,
girasol apagándose, para esperar fantasmas trasnochados de obreros?
¿Me querrás aunque ceda la infatigable rueda como cansado músculo?
Mis maquinales hábitos, industriales instintos,
te llaman desde el profundo vientre de esta mole alumínica y grotesca,
te sueño entre cintas sin fin y atávicos, dorados fuselajes.
Añoro el pisar firme de tus obreros íntimos,
tus alarmas de incendios sonando en plena vida,
las horas de comida pautando caóticos encuentros,
Te amo aunque me duela, con aceitados ritmos, con frenético ímpetu,
respirando el carbono de tus vapores últimos,
el fantástico semen de tus potros elípticos,
porque aunque ya no son de vapor tus resortes,
igual tienes el alma de cincuenta alazanes, su coraje y su brío.
Te amo entre las máquinas, paseando por el río de martillos y ruedas,
con aromas de fábrica, y plúmbeos estertores, con alma de poleas,
firmes imprecaciones de insistentes palancas.
El coito siderúrgico de tibias aleaciones termina con jadeos metalúrgicos,
un tornillo que cae, una pieza que cede,
aceites que gotean y el alma que se escapa por ignotas fisuras.
Alejandra Menassa
lunes, 6 de julio de 2009
SOY MUJER, TUVE MÁS DE UNA PALABRA SILENCIOSA. Norma Menassa
Llega la consagración y empequeñecida la infancia
se abre entre cielos, agua, verde, sol y
corridas en medio de cálidas piernas siempre cerca del
temblor,
siempre cerca de rodillas lastimadas
por el ardor de las caídas incansables,
sobre el cuadriculado de cemento que sabía a sal,
a otoño pasando filoso entre las hojas
y el mástil rugoso, despintado de los árboles.
No había en las veredas más que reinos
que caían en los confines de las luces
cuando el sueño se anunciaba en los llamados a la cena
en los tiernos coloquios que breves se curvaban también sobre
[nosotros
para que la alegría se prolongue en el bisel de la cuchara y de
[la boca.
En torno de los ojos,
motivos se escalonaban,
entre un mar crédulo amenazado por invisibles partidas,
y altos navíos musicales envolvían las horas vespertinas,
donde mi padre esgrimía arpegios sostenidos
de perfumes amables
y cuentos árabes con sentencias de esfinge
entrelazadas en salas de ébano y sueños despeinados de
[cansancio.
Nutridos por la edad crecimos fuertes
aspirando los pólenes tardíos, y olores de ricino
con sudor en las frentes y nocturnos de fiebre
escapando hacia el alba azul
en la que amanecíamos entre todas las voces conocidas.
Aguas desnudas se fueron deslizando sobre el orgullo y la
[ternura
y el cielo se hizo profundo y la cabeza en alto trató de
alcanzar
de nuevo el reino que inventaba otras bóvedas de estrellas no
[nombradas,
de resplandores nutridos por soplos de la tierra,
de horizontes donde el sonido partía de mi voz o no partía,
donde era el signo de mi propio nacimiento.
Fui reina del absurdo
como la muchacha loca meciéndose a sí misma:
Eres dócil a los soplos de la tierra
y me doblaba en cada viento cardinal y en cada terremoto.
Eres dura como la piedra de la estatua
y en vez del mármol amé el cristal de roca.
Eres la pasión de los incendios
y voraz el rojo me tiñó la frente
y me vistió con sedas del espíritu,
el despojado aquél que me habitaba incuestionable,
que se unió a mí para pedirme sólo que estuviese
en esas noches de lunas a medias, en esos días de colores,
y tuve más de una palabra silenciosa.
Grandes claridades se abrieron.
Era largo el camino y siempre tenía algo que hacer en otra
[parte,
pero soñaba aguas misteriosas, grandes sabores en islas de
[frescuras,
frutos oleaginosos que nutriesen mi piel,
ríos de burbujas indeclinables
y ruidos de alas
en un cielo teñido de crepúsculo por el que viajaría hasta
la dulzura de una vejez
amada por la tierra como la tierra ama a las raíces
de los grandes árboles,
con los que pacta de una manera inexorable.
Raíces curvadas que se expanden como bóvedas al revés
y que sin saberlo auguran la partida por caminos de luz
que llevan a un blanco reino de papel
donde tal vez el cuerpo
se desprende de su sombra.
Norma Menassa