EL SUEÑO DE UN HOMBRE
De lo vivido a tu silencio carnal,
efusiva y perpetua me encuentras
cuando contorneas mis ojos
como si fueses a leer
una gigantesca pasión.
Buscas con tu mano el perfil de mi deseo
pero viene el rojo de pecho,
el ardor del labio que defiende su palabra.
La esperanza labra mi vientre.
Quieres soñarme pero me acaricias,
quieres la letra y se deshace tu saliva
entre mis muslos;
bocado atrapado en el idioma,
cadena…
Por un instante,
soy tu estrella,
respiro cual lumbre
cultivada por tu sexo.
Caen, más real que el tiempo,
unos apóstrofos dados por delante.
Cleménce Loonis
sólo recordaba el título de este poema...gracias por el taller Alejandra..
ResponderEliminarGracias también a tí,Clémence. A todos los integrantes y a los magníficos escritores que nos legaron sus trabajos. Un abrazo
ResponderEliminarAlejandra