Bianca está asomada a la ventana, su camisón abraza el viento.
Bianca: - ¡Que pasada! Desde aquí se ve Notredam, es alucinante.
Gio: - Sólo a Victor Hugo se le podía ocurrir que fuera allí donde sucediera una tragedia amorosa entre un jorobado sordo y una gitana.
Bianca: - Es una combinación curiosa, propia de la época, destilada por el romanticismo francés.
Gio: - La primera vez que caminé por las entrañas de Notredam, supe que algún día viviría en parís, dos años después aquí estoy, el jorobado de Notredam.
Bianca: - Entonces, ¿yo soy Esmeralda?
Gio: - No sé que decir, la historia acaba muy mal.
Bianca: - ¿Puedo encender la radio? Bianca va hacia la radio.
Gio: - Si claro, estás en tu casa.
Bianca - Mi casa por unas horas, la catedral donde olvidarse de una misma y dejarse llevar.
Gio: - Si quieres, puedes quedarte a pasar la noche.
Bianca:- Luego te arrepentirás, yo sé que lo haré.
Gio: - ¿Qué harás qué?
Bianca: - Arrepentirme. Bianca comienza a bailar, el camisón intenta agarrase a su cuerpo sin éxito, se precipita por sus delicados hombros, blancos y brillantes como el reflejo del sol en el mar jónico, sólo una piel tan blanca como aquella tuvo que haber nacido sobre las costas de Calabria.
A través del espejo los ojos de Gio escrutan el cuerpo de Bianca, sus caderas como las espigas de trigo en piamonte crean el viento, en la radio “Je te aime, moi non plus” le recuerda que fue en Paris y no en Roma, donde unas horas atrás se conocieron a la orilla del Sena como testigo fiel. Bianca atrapa los ojos de Gio en el espejo, él se siente descubierto y desvía su mirada hacia el ventilador de techo mostrando su reacción con un gesto de calor.
-Me mirabas. Pregunta Bianca coqueta.
-Eres una mujer bella. Contesta Gio sin dilación.
-¿Y para qué sirve la belleza?
- No sé…tal vez la belleza es un atrapa miradas.
- Es una pena, eres tan simpático.
- ¿Qué es una pena?
- Habernos conocido así, antes de que amanezca ya me habré marchado.
- Quién sabe. Tú a mi me gustas.
-También me dirás que soy bella.
- Así es y así te lo he dicho.
Bianca esboza una sonrisa, como dando por terminada la conversación, se acerca a Gio, que con el torso desnudo la espera. Se besan, ella acaricia su piel, él descubre en sus labios algún acertijo perdido, sus cuerpos parecen haberse buscado durante toda una vida, el sudor, el halito, el viento, la carne. Nunca dos cuerpos tuvieron tantas bocas, y tantas manos y tantos sexos y tanto hambre de hambre: Como una plegaria de bestias arrancando una a una las flores del jardín, se arrancaban la piel última en un concierto de orgasmos sobre sábanas.
Terminan la danza, agradecidos, sus cuerpos se desploman en la cama, son pétalos olvidados, sus bocas se abrazan, se buscan, se respiran el tiempo segundo a segundo, sus ojos a instantes de sucumbir en lo oscuro, casi mueren en un trágico amanecer, se encuentran a la distancia de una exhalación para que uno de los dos comience a creer en algo.
Gio se incorpora, agarra el tabaco, enciende un cigarrillo y fuma. Bianca se despereza, se levanta, mira a Gio y va hacia el baño. Cuando Bianca vuelve, Gio ha terminado su cigarrillo, está cómodo, observa a Bianca desde el borde de la cama, ella arregla el pelo con sus manos.
Gio: - Hay frases que no olvidaré, movimientos, caras, cuerpos, poses, no sé....tus manos, tus ojos, tu piel, me recuerdas tanto a La Madonna de Munch, ¿lo conoces...?
Bianca: - Me falta la boina roja. Bianca ríe..... ¿Y a ti quién te ha pintado...?
Gio: - No sé dímelo tú.....
Bianca: - A ver, espera que lo piense....creo que un prerrafaelita...... así desnudo, con un gran acantilado y el mar y el cielo. Las palabras son acompañadas por los brazos de Bianca que van de un lado para otro, describiendo la imagen.
-Bianca: lo tengo ….eres “Ragazzo al mare” de Hyppolite Flandrin
Gio -No lo conozco
Bianca: - Está expuesto en el Louvre
Gio: - Mañana podríamos…
Bianca: - Mañana, mañana será otro día tan lejano a esta noche que es imposible que nos reconozcamos….
Gio: - Bueno, en cierta manera, apenas nos conocemos, no sé como haríamos para re-conocernos.
B- Estoy muy cansada, me voy. Bianca se acerca a la cama y se sienta, se queda unos segundos mirando fijamente los ojos almendrados de Gio, para después recostarse en su regazo.
- Es mejor que no te acuestes. Dice Gio. – Si te quedas dormida no tendremos más remedio que construir un mañana.
Bianca sonríe, mimosa, acurruca su cabeza en el pecho de Gio, que cierra sus ojos esperando el paso del tiempo.
- Hasta mañana. Dice Bianca
¡Qué lindo polvo en París..! Y la belleza, un atrapa deseos ! Gracias Manuel, voy a escribir un cuento !
ResponderEliminarSe ve que este escritor ha leído un poco a Lacan.
ResponderEliminarBesos, Cleménce
Protesto, es muy romántico!
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