Se amaban,
Carne viva,
empujaban las hormigas
perdían la ilusión de toparse con la piel
porque las luces se arrimaban a la sangre
donde las brújulas conversaban,
pasión adentro, sobre el verbo.
Amarse.
y se daba prisa el aire
como quien se acuesta
en la cámara del sentimiento
y desaparece con la idea de la perspectiva.
Se amaban encima.
Adiestraban el músculo
en la habitación del tiempo
para darle candor, inmensas cavilaciones,
y el mundo era una diminuta acción
puesto en natural,
burlándose de la claraboya última.
Se amaban encima de todos los museos,
olvidando las ramas de la piel,
desde la panorámica del cielo,
difundiendo las tejas que revestían
los múltiples destellos del decir.
Clémence loonis
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