jueves, 12 de enero de 2012

RECITAL DE POESÍA DE LOS HERMANOS MENASSA EN LA FUNDACIÓN PROGRESO Y CULTURA, DE UGT

El poeta Miguel Oscar Menassa, escucha atentamente a la poeta Norma Menassa durante el recital.
La escucha atenta de Norma Menassa durante la lectura de poemas de Miguel Menassa
Los dos hermanos poetas recitando en la Fundación Progreso y Cultura
El poeta Miguel Menassa antes de emprender la lectura de uno de sus poemas

Uno camina a veces por las calles de la ciudad y piensa en la guerra, en los cuerpos mutilados, mientras escucha el sonido ensordecedor de las bocinas y siente en sus mucosas el humo de las fábricas y los tubos de escape. Y la palabra crisis, como una honda arrojada con su piedra le golpea a uno la cabeza, una y otra vez, hasta hacerlo sangrar. Entonces, de repente, en el centro del corazón de la ciudad, se abren unas puertas y se traspasa el umbral que nos separa de la poesía y se entra en otro mundo. Allí, digamos por ejemplo un miércoles 11 de Enero del recién estrenado 2012 en la Fundación Progreso y Cultura, dos voces musicales se derraman en la noche madrileña, haciendo la luz en las tinieblas.

La primera voz, con matices irisados, fuerte voz masculina, de hercúlea potencia: Miguel Menassa, que es muchos poetas, es un poeta del pueblo, llano y veraz, como nos muestra en Espejo delirante, es un poeta social, léase la Ley de extranjería, es un poeta lírico, como demuestra desnudando a la poesía en Arte Poética, es un juglar de un amor inexistente, porque como él bien dice, hay almas que hasta que no se las invente, no se las conocerá, y Menassa inventó otra manera de amar, como se hace patente en su bellísima composición: A medida que me acerco a los 70 años. Un amor, que a pesar de burlar a la muerte enmudeciéndola con su belleza, sabe que algún día, morirá. Un amor que renuncia a la eternidad para desplegarse en toda su humanidad.

La Guerra, El Amor y la Poesía pasadas por la pluma, y no es que no haya muertos, ni sangre, ni crisis en este mundo poético, es que ya las palabras no quedan atoradas como un bolo indigerible en la garganta, y lo indecible se recubre de versos, y se hace el mundo transitable, la tristeza bella, el dolor soportable, y la alegría, que tantos estragos produce, cunde más que el pánico, y está permitido mirarse amablemente y sonreírle al compañero, porque estamos de fiesta, y al fin y al cabo, la poesía, permite también el amor. Eso, lo indecible, ha sido dicho sin saber, y una congoja que el caminante ciudadano sentía sobre el pecho se va aliviando, como si una mano caliente se hubiera aplicado sobre ese pecho dolorido.

La segunda voz, Norma Menassa, cuyo timbre es el canto de una mujer serena, sabia caminante por los caminos del poema, también se juega a mostrarnos que la historia de los pueblos, hay que ir a buscarla en los poetas, lean las Democracias me chiflan, y comprenderán al instante, como el poeta es el que deja las señas a los hombres futuros de que hubo otros seres como ellos, que amaron, que se mataron unos a los otros tontamente, por un pedazo de pan o de petróleo, y que después, quitándose el fusil o abandonando el lecho, signaron con su nombre aquellos versos que hablaban de la guerra, del amor o de la poesía. Es imperdible el poema: La poesía no estorba.

Yo me pregunto ¿la energía que tienen los Menassa, ese Goce que demostraban leyendo, esa sonrisa derramada sobre cada poema, con la satisfacción que da brindar al otro el trabajo realizado (no es otra cosa la lectura de poemas). Esa energía la produce el psicoanálisis o la produce la poesía? Para mí no hay duda. Los poetas de 70 años que conozco fuera del círculo Grupo Cero, no gozan de semejante fortaleza, de un ímpetu que habiendo arribado y traspasado las costas de los 70, no declina. La máquina que genera el deseo, es el psicoanálisis. El psicoanálisis que está presente en toda la obra de estos hermanos poetas, que pudieron pensar un amor diferente, un mundo más acá de las guerras, una poesía, donde un sujeto grupal y su deseo son el corazón del poema.

Grupo Cero

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