Tus
labios deliciosos a mis labios se enredan, innominada orquídea,
me
infunde tu saliva de azufre incandescente nuevos bríos atávicos,
nada mi
sexo, esa jugosa almendra, destilando su leche como naufrago
y se
pierde con ese desamparo de los huérfanos en tus pletóricos lagos salivares.
Porque
de agua somos y al agua retornamos, cuando el sexo derrota a la cordura.
Tu arma
en su tensión de arco certero hiere concavidades de mi boca,
catedral
que en su bóveda magnífica riegan ígneas
estrellas seminales.
Porque
de agua somos y al agua retornamos, cuando dos cuerpos juntos atraviesan la
bruma.
Se
deslíe tu lengua en el camino estrecho entre mis senos, recorre victoriosa las
areolas,
para
izar mis banderas en tu nombre, toro bravo que nace de mi pecho con sus astas
erguidas
al tacto de la bella descifradora de ancestrales sabores corporales.
El dragón
ha vencido a la princesa y no pide ya paso, exige el desembarco,
y deshacen tus jugos migratorios paredes de mis
celdas que te apresan
porque
de agua somos y al agua retornamos, y es en ese bautismo que cada vez, morimos.
Alejandra
Menassa de Lucia.
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