jueves, 25 de agosto de 2011

PSICOANÁLISIS ARTÍSTICO





Oscar Latorre Bosch, fotógrafo me llamó hace un año para proponerme el proyecto Four Furs. Él había realizado unas fotos, y me pedía que yo, como psicoanalista, tuviera la función de interpretarlas. El proyecto comenzó finalmente este verano, para ello, Oscar contrató un número de sesiones. Con su permiso, publico ahora las cuatro fotos que componen el proyecto four furs, un escrito realizado acerca de las mismas, después de las sesiones, y la foto que hicimos durante la realización de las sesiones. Ya sabes, si eres artista y te sorprende o inquieta el sentido de tu obra, que se te aparece en algún punto incomprensible, no dudes en contar con el psicoanálisis.

FOUR FURS. Fotos de Oscar Latorre Bosch

ARTE Y PSICOANÁLISIS

Muchas veces se ha hecho una lectura psicoanalítica de algunas obras de arte, así, Freud analiza obras literarias de Heine, de Shakespeare, Hamlet entre otras, de Hoffman, Los elixires del diablo y también cuadros de Da vinci o esculturas de Miguel Ángel, como El Moisés. Como productos del artista, las obras de arte tienen un poso, un resto del alma, de la psiquis, del que las produce.

La obra de arte hace general lo particular. Dice Freud en El poeta y la fantasía que el artista nos devela sus fantasías a través de la obra de arte y produce placer estético, en el caso de la escritura por la belleza con que las escribe. Mientras que el neurótico nos devela sus fantasías y nos produce repugnancia. Pero son las mismas fantasías las del artista y las del neurótico.

¿Qué fantasías inconscientes nos devela Oscar Latorre con estas fotos que producen tan magnífico placer estético? Aquí tenemos la ventaja además, de que no solo disponemos de la obra, sino de las palabras del artista sobre la misma, con lo que estamos en condiciones óptimas.

El psicoanálisis no tiende a patologizar lo normal, sino por el contrario a normalizar lo patológico. Los neuróticos comunes y muchas personas llamadas normales, tienen una sexualidad clásica, sin grandes excentricidades -cuando la tienen- pero, sin embargo, sus fantasías son perversas. Esto no quiere decir que ellos sean perversos. Incluso a veces, reprimen su sexualidad más de lo habitual. Ya decía Aristóteles que el hombre sano fantasea lo que el perverso realiza. Podemos decir que las fantasías sexuales siempre son un poco perversas, pero perversas en el sentido de multiformes, de que allí la sexualidad despliega todas sus vertientes: heterosexuales, homosexuales, sadomasoquistas, voyeuristas, etc. Para el psicoanálisis, la perversión es constitutiva, es parte de la normalidad, y no una aberración.

Las fotos remiten inmediatamente a una cuestión sexual: la desnudez de las modelos y el hecho de que estén atadas, pero no es una escena claramente sexual: no hay partenaire. Es más, solo una de ellas tiene las piernas entreabiertas. Quizás el partenaire de esas chicas fotografiadas es el propio fotógrafo, Oscar, pero también el que las mira cuando se observa la foto, el espectador. Que quede ese “hueco” en la foto, en el sentido de que está claro que hay otra persona, alguien ha atado a la chica, hay otro participante en la escena que no aparece en la foto, eso hace que el espectador se pueda introducir en la escena como ese otro. No me parece que haya una clara intención de excitar al espectador.

El bondage, o esta práctica de atar al partenaire, a la pareja sexual, no es infrecuente y nos muestra como una exageración de los componentes habituales de la sexualidad. La sexualidad siempre tiene un componente de violencia, de aprehensión del otro, de dominio, se juegan una posición pasiva, que suele ser la femenina, pero que también es la del masoquista, o la del voyeur, y que también puede ocupar el hombre y una posición más activa, generalmente la masculina, podemos decir que el bondage exagera esa parte pasiva, en el sentido de que con las cuerdas impide los movimientos, ella queda a merced de su partenaire. Podemos decir que estas fotos destacan esa posición objetal o más pasiva de la mujer en el acto sexual. Ese afán de sometimiento y de dominio de la situación, puede ser muy excitante para algunas personas.

Como en el poema, o en la obra literaria, o el cuadro, el que mira la foto también vive esa experiencia, identificándose con el autor, también es como si realizara esa parte más perversa de la sexualidad, además está tan cuidada la estética, que casi lo hace sin violentarse, sin excitarse conscientemente, es como si al mirar la foto pudiera uno, de manera inconsciente realizar esas fantasías perversas que tenemos todos. Puede gozar de ello sin necesidad de moverse, solo mirando la fotografía, quizás ahí está gran parte del acierto de esta serie. La condición de prostituta de una de las modelos, la primera, también tiene que ver con cierta denigración del objeto amoroso que se produce en estas prácticas, a las que las “chicas decentes” no se prestan tan fácilmente.

También son fotos que suscitan la pregunta ¿la modelo está viva? Sexo y muerte van siempre asociados, también en las fotos se unen los dos elementos, los cuerpos están hipotónicos, relajados, sin aparente tensión muscular, sin expresión, podrían estar dormidos o estar muertos, Leighton en Sol ardiente de junio juega con esta dualidad ¿muerte/sueño? Y el cuadro también es de una sensualidad muy marcada, como las fotos. También está el juego sexo/muerte.

El orgasmo en francés es la pequeña muerte, petite morte. Hay una placidez en las fotos que no concuerda con la posición forzada y la violencia de la atadura. También hay guiños a otros pintores, como Caravaggio, en la primera foto que remeda un bodegón, pintores muy clásicos, la foto tiene los tonos y los colores, y la luz de un bodegón clásico, con el contraste o el punto de modernidad que traen las revistas. El contraste atrae más al ojo humano que la monotonía, o Magritte, la cara de la modelo tapada por el perro, como El hijo del hombre de Magritte, que tiene la cara tapada por una manzana o La Gran Guerra, donde es un ramito de violetas lo que tapa la cara de la mujer en el cuadro.

El hijo del hombre. Magritte.


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