CARTA.
Deseo contemplar tu delicada sonrisa después de sentir cómo se derriban uno a uno los orificios del cuerpo, tu pan alegre extendiéndose a través de otras pieles, tus pechos incendiados por el calor de una bocafuego.
Cuántos días y cuántas noches sin saborear la piel de la calle y el alma de las cosas, no existe medicina que me alivie, ni afroditas que aligeren esta pena inútil de rabo inerme, ¡devoro cuerpos buscando el tuyo! ¡Cómo es posible no encontrar mujer en la ciudad de los burdeles!
Esta mañana solitaria mi sed inextinguible te busca desde el corazón de un agosto efímero, toda redondez tiene el diámetro exacto de un fruto maduro abriéndose, los días y las noches pasan y no estás.
Tomo con mi mano una manzana roja y sangrante y te recuerdo, es como si mi mano, como si cada uno de mis dedos, de las yemas de los dedos, cada una de las líneas de la palma de la mano hubieran grabado en su tacto la exacta medida de tu pecho.
En la noche avanzo precario sobre la sinrazón del tiempo, paso las calles como si pasarán los años y persigo mi sombra como si fuera la tuya. Comprendo que si mi fantasía teje en la orografía de la ciudad tú cuerpo no es casualidad, que si retornas en todos los besos y los sueños, no es por descuido.
2 comentarios:
"mi fantasía teje en la orografía de la ciudad tú cuerpo" qué bueno, da para un poema ¿no?
Si, la verdad, bellísimo verso.
Besos, Kepa
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