miércoles, 11 de enero de 2012

PRESENTACIÓN DE LA POETA NORMA MENASSA, POR ALEJANDRA MENASSA


NORMA MENASSA. POETA AMERICANA Y DE TODOS LOS PAÍSES. Enero 2012

Si hoy estamos aquí, en la Fundación Progreso y Cultura, tiene la culpa el verso, como dice la poeta y psicoanalista Norma Menassa, directora de Grupo Cero Buenos Aires, autora de varios libros de psicoanálisis y otros tantos de poesía, ya en su primer libro, Amores mínimos, editado cuando la poeta había estado forjando de laboriosos nácares la perla del poema con el esmero y la dedicación de sus 51 años, en 1991, quizás para decirnos que mucho hay que leer para llegar al poema y para brindarnos un primer libro que anunciaba la grandeza de una poeta americana que ya tiene seguro su lugar en el Parnaso. Libro de verso aparentemente corto, empieza a pergeñarse el verso pletórico que se desarrollaría en los siguientes: puntúa con escaso uso de la coma, utiliza las cesuras, pero ya da la impresión de verso inacabable, de imparable Iguazú, al más puro estilo de Molina: “Porque en las madrugadas/las letras se escapaban por la hendija/como el humo debajo de las puertas y el sol por la ventana/y reían alegres con el viento/separadas de sí/destino al aire...” Su segundo libro, publicado en 1997, insiste en el verso breve, con una precisión de escalpelo, no puedo dejar de reproducir los versos inexcusables del poema que da título al libro: “Cuando está por llover los pájaros no vuelan me dijo el cochero esta mañana que sorprendió la inocencia de mi estado porque yo no sabía que las plumas mojadas no despliegan y que morirse en vuelo es el dolor del pájaro”. En su tercer libro, la joven poeta halla su métrica, los versos empiezan a estirarse en un bostezo insobornable. Y quizás porque una mujer a los 62 años alcanza su libertad, el verso rompe a partir del este libro, nudo fundamental, las cancelas, los encorsetamientos, y crece pletórico, desbordando las páginas. A partir de entonces, su obra poética tiene la exuberancia de la selva americana, está claro desde el título este tercer libro, del 2002, que la poeta está Acosada por una pasión, la pasión de la poesía, la caudalosidad de sus ríos. Es una orografía pletórica, cuyas arterias están transitadas por el oro de los incas. Como Enrique Molina, se expanden sus versos, ofidios escurridizos, con escasa puntuación para que el torrente fluya y no se interrumpa su movimiento de cascada hacia la nada de la poesía. “Vi la ciudad golpeando en el asfalto como un barco encallado al que cuidadosamente fui sacando las anclas y comenzó el vaivén”. Su cuarto libro: Pertenezco, es un reconocimiento a lo grupal, Norma es una emergencia destacada, un surgimiento, una erupción de los volcanes Grupo Cero, y en este libro agradece esa pertenencia, por un lado, y su otra pertenencia, la de todo gran poeta, a la gran familia de los poetas consagrados, a la historia de la producción del gran poema Universal al que todo poeta contribuye, porque todo se hace con trabajo y con otros. “Y fui atravesada por los corredores del deseo, y dejé que los frutos del sudor fuesen la esencia del destino. Tuve cómplices secretos”. En su quinto libro, Graffitis en el cielo, como Olga Orozco, siembra la página de imágenes con mano precisa que deja en el surco la semilla perfecta del verso, porque ¿por qué decir simplemente que atardece cuando se puede decir: “la plata gana al oro”? ¿por qué decir que hay más pobres que ricos en el mundo, si se puede decir que “las masas se organizaban con la inmutabilidad de las pirámides, con anchas bases de miseria y escasas cumbres donde se acumulaba el oro”? Ahí la maravilla de la poesía, que como Norma bien sabe, no dice de la realidad, sino que hace la realidad. Por eso, hoy vamos a hacer la noche en los versos precisos y preciosos de estos dos grandes poetas, hermanos en la poesía y en la vida. Norma Menassa y Miguel Menassa.

Alejandra Menassa de Lucia

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