domingo, 9 de noviembre de 2008

MIS LIBROS DE POESÍA

Estos son mis libros de poesía publicados. De cada uno he elegido uno o dos poemas, seguramente no serán los mejores, dada la dificultad de los autores - o al menos la mía- para juzgar su propia obra, pero aquí están, espero que los disfruten. Después vendrá un pequeño adelanto del aún inédito: Poemas afrodisíacos.


















Primera inquietud. Editorial Grupo Cero. 1995


YO MISMA

Como yo misma, libre o encadenada,
al eje moribundo de mi voz.
Como una mujer, como una niña a veces,
entretejiendo sueños, palabras en la noche.

Yo misma, desnuda en mi sonrisa,
rodeada de pequeñas ilusiones,
vibrando con tu voz, con tu mirada.

Yo misma estremeciéndome, yo misma emocionándome.

Tengo tantos principios,
que no he encontrado nunca un final a las cosas
y cuando río, río y cuando lloro, lloro.
No hay que darle más vueltas,
soy como son los otros.

LA COLINA DE ARGANDA DEL REY


Surgiste del furioso batir de fuerzas
intestinas, de magmas oceánicos.
Conociste el gusto salado de los mares
y emergiendo por encima de todo,
respiraste el oxígeno letal, del aire.

Cuando te miro veo
pequeñas sinuosidades indefensas,
esa fuerza de antaño,
ese deseo que rompió el mundo en dos
para abrirse a tu paso, para dejarte alzar,
agujas desafiantes al cielo,
ha sido limado por el viento,
agrietado por el frío,
mermado por el caer violento de las aguas.

Ahora te veo así, suavemente ondulada,
como el lomo de un gato.
Dan ganas de extender las dos manos y acariciar
esas curvas para oir tu ronroneo.

Dan ganas de abrazar tu desamparo.


















Al oído del viento.Editorial Grupo Cero. 1999

HOY HE VENIDO A DESNUDARME


Hoy he venido a desnudarme,
y este primer botón que desabrocho,
es en honor a tí.

Me descubro los hombros silenciosos,
hombros tanto tiempo volcados
en los libros,
que adquirieron un olor imborrable papel.

El segundo botón se resiste,
contoneos del verbo esperando nacer.

Entre mis senos, torneados por la luna,
senos que alojaron el odio y el amor,
dejo caer una gota de perfume,
que se pierde en los recovecos del ombligo.

Inspiro tan profundo, que el tercer botón
es despedido de su ojal brutalmente.

¡Y ahora sí! mi cintura se muestra
como una uva dorada.

Las cremalleras son como bocas
cerradas, pero esta boca mía
se empeña en decir palabras
que delaten mi sueño
con suavidad la abro, y la falda
cae al suelo.

Pendiente vertical,
la meseta del vientre
que acogiera tu sexo
se refugia detrás de unas caderas
que son un grito desgarrado,

y las piernas se alzan altas
como las nubes perdidas
en el tiempo, moldeadas
de recorrer caminos entre versos.

- ¿Y?
-No sé, yo sólo vine a desnudarme.
























La llave de los días. Editorial Grupo Cero. 2002


UN HÉROE URBANO

El frágil cuerpo de la joven muchacha
estaba perfumado y era blanco e inmóvil.
Estaba horrorizada y las lágrimas
se negaban a brotar de los párpados.
Su lengua paladeaba aún
la última gota de café, algo cotidiano
para borrar esa violencia, su rodilla
golpeada contra el suelo rezumaba
unas gotas de sangre y negro
e intentaba salvar ese abismo
con sus ojos, con todas sus pupilas.
El hombre había tirado de su bolso
con extrema violencia,
como quien arranca gemidos de una virgen
y la muchacha había sentido el suelo
en todo el cuerpo y después,
el hierro congelado de los raíles.
Un amor olvidado por su madre
renació en su tierno corazón
y casi inundó el pánico.

Jakim se había levantado esa mañana
lejos de su pais y le costó entender
qué era lo que pasaba.

Había soñado con su esposa de negros ojos
y piel tersa, más bella que la luna en primavera
y ahora no podía comprender su ausencia.

Recordó haber llegado un día hace tres meses,
pero esa noche, después de volver
a su país en sueños, era muy duro el despertar.

También a él lo congeló la escena,
cientos de observadores inmóviles
tejían una red de exclamaciones,
peo sólo Jakim se arrojó a aquel
pozo oscuro, porque para salvarla
no bastaban cien ojos, ni doscientas pupilas,
ni la red de las voces, ni las lágrimas,
ni el amor de una madre muerta.

El tren se acercaba con implacable paso
el silencio pintaba las paredes,
no había lugar siquiera para el llanto
y se habían detenido todos los corazones.

Jakim tomó en brazos a la muchacha,
que ascendía como por una escalinata
de aplausos, y la dejó en el suelo.
Por un momento, todos se habían
olvidado del tren, de su insistente
caminar, no oían el ruido de las ruedas
surcando los raíles, sólo vítores y palmas.
Jakim apoya las dos manos en el borde
y uno de sus pies para tomar impulso.

Pero ya llegó el tren,
ya se enredaron las ruedas en su ropa
y como un toro embravecido
que ha corneado al torero y ha olido su sangre,
lo arrastra golpeándole la cara contra el muro.
La esfera de su ojo derecho estalla,
se vacía, se pierde junto con trozos
de su piel y Jakim ya sólo
siente los golpes, no ve nada.
El tren ha huído y el héroe yace
ahora en el campo de batalla.
Le dieron una medalla,
le dieron un pequeño piso,
se olvidaron de darle un permiso de trabajo,
le cortaron el teléfono y la luz,
le detuvieron varias veces
por mendigar donde no correspondía
y la bella señorita de piel blanca
paladeaba como siempre su café.





















La muerte en casa. Editorial Grupo Cero 2003.
Este libro obtuvo el Primer premio de Poesía de La Asociación Pablo Menassa de Lucia, en su cuarta convocatoria (2002)



EL TESTAMENTO

No quisiera estar triste , justo hoy,
que vienes a buscarme,
me he adornado con los versos más bellos.

Ayer leí toda la noche a Rimbaud:
Una temporada en el infierno,
¿te ríes?. No es gracioso,
ningún mérito tengo para acabar
con mis huesos en el cielo,
se me olvidó el padre nuestro
apenas salía de la edad de la pena.

Es una rara sensación saber
que hoy es el último día de mi vida,
no habrá otro miércoles para mí.

Mis ojos se acostumbrarán al acolchado azul,
a la madera
y al pequeño cristal por dónde asoman
curiosos los gusanos y dibujan mi nombre
con su estela
caliente de miseria y de baba
¿Se acostumbran también
los oídos al silencio?.
Qué soledad poblada,
qué tristes los lamentos
cuando no tienen voz.
Pero yo me he pintado los labios
con el carmín de los asesinatos,
estoy ebria de ti , mi príncipe certero.
Porque yo sé que tienes muslos de Atlas,
y un pecho varonil donde apoyar
cansina mi cabeza, tan llena de palomas.

Porque yo sé que hoy vas a besar
mi boca con tus labios de cieno,
y no me engaña tu nombre de mujer.

Podéis hacer conmigo lo que os plazca:
regar las magnolias de mi corazón,
donar mis órganos al Museo
de Ciencias Naturales,
rezarme en francés o en arameo.

Pero os juro, que me levantaré
furiosa como un león herido
de mi tumba y que os maldeciré
en todos los idiomas,
si no escribís en mi epitafio un poema:
Se llamaba Alejandra,
murió a la edad de 154 años
y tenía en los ojos una nostalgia honda,
y en los labios más versos que las hojas del árbol que la guarda.

O quizás : aquí yace un poeta,
poco importa su nombre,
el que quiera saber,¡que vaya y lea!.

No quiero flotadores en mi nicho,
quizá un parasubidas, como el de Altazor poeta.
Los versos no pierden nunca las alas ni el deseo de volar.

Ah,¡ tomad el oro!,
de nada ha de servirme
cuando mi carne reblandecida
ceda al beso de la larva
deshaciéndose en nauseabundos néctares,

Y dejadme unas flores,
orquídeas si es posible
sobre la oscura piedra,
que se vayan secando
al ritmo de mis músculos.

Primero el pétalo perderá
su blancura,
y mi piel se hará lechosa,
se desprenderá al menor roce.
Amarillearán los bordes de la flor,
y mi grasa se habrá licuado
cual inútil brebaje, también amarillento.
Perderá toda el agua el órgano del árbol
y un festín con mi hígado
se darán los gusanos.

El tallo cederá más tarde su frescura,
pero mis huesos son como mármol
de Grecia, y os será más difícil acabarlos.

Es tan aburrido morirse sola, sola,
un ataúd biplaza sería lo mejor.
Firmo este testamento con tinta de mi sangre.
Y mirándome al espejo
retiro con el mismo
pañuelo de las lágrimas
el carmín de mis labios
y no te espero más,
El hombre es ese ser que se equivoca
hasta en la fecha oscura de su muerte...


LA MUERTE ESCRIBE UNA CARTA A LOS HOMBRES

Es la muerte que os habla,desde vosotros, desde todo lo finito.
La muerte que os escribe esta carta de amor.

Pensáis que soy una dama vieja,
porque os he acompañado desde que el primer poeta
hizo girar a la palabra mundo.

Pero yo nazco y muero en cada uno,
nací ayer y naceré mañana.
tengo la edad de los amantes
que se separan
hasta el día siguiente,
la edad del poeta que pone
tembloroso el punto final al poema.

No tengo pactos con Dios.
Pléyades de gigantes,
de brujas, de gnomos y vampiros
pensáis que son mi corte,
más nadie , sino vosotros
me acompaña.
Un bisturí-guadaña confudis con mis brazos,
abisales tentáculos
para cobijar en mi seno vuestra pena.
Y yo no tengo brazos.

Me hacéis en vuestros sueños
tener el rostro poblado
por los surcos del tiempo,
uno por cada hombre
que abandonó la tierra para ser tierra.
Y yo no tengo rostro.

Y me vestís de negro,
y yo os diré que aunque no tengo
cuerpo, mi color es rojo como la esperanza.

Y todavía me hacéis decir palabras,
Y yo no tengo voz

Venid mis pequeños,
hombres fuertes, adustos,
como soles vestidos de silencio,
mujeres con sus libros bajo el brazo.
Niños jugando al juego de la vida.

Buscad en vuestro corazón,
buscad en vuestra casa.
Buscad en cada olvido,
en cada sueño,
las diamantinas perlas
de mi nombre,
mi huella invisible y silenciosa,
Y cuando hayáis constatado
mi presencia,
olvidaros también de vuestro hallazgo,
y vivid como si yo me hubiera
mudado para siempre de vuestro corazón,
de vuestra casa.
















La piel del deseo. Editorial Grupo Cero. 2005. Este libro obtuvo el Premio al mejor libro de poesía 2006 de la International Writers and Artist Association. (Asociación internacional de Artistas y escritores)

VOY A COMPRARME UN POETA

No, un hombre sólo no me basta.
Unos se han construido
una inteligencia contemporánea
y se alcanzarán con ellos
las más altas cimas de la conversación.
Otros hacen el amor como si fueran
todo un cuerpo de manos y de labios.
Algunos lo darían todo por amor,
y otros saben bien que el amor solo,
se pudre como una manzana mordida
a media tarde.
Pero un poeta, un poeta
cuando te dice que te ama,
lo dice con palabras
que hacen del amor una bandera,
de los besos estrellas
reventando en los labios,
de la piel un país habitado
por caricias tumultuosas,
por un ejército de hormigas
como bocas hambrientas de pasión
y de la noche el tiempo
dónde los cuerpos se diluyen,
se confunden los nombres,
y todo se trastoca en aras del amor.
Voy a comprarme un poeta,
de esos que te mandan
mensajes en botellas,
que ahora se llaman libros,
y que encierran, no un barco, sino un hombre,
que nadie sabe por donde entró.



FIEBRE

Fiebre, fiebre de cuarenta encuentros,
de certeros grados, fiebre de flecha inmensa,
fiebre de soledad.
La mosca del sexo ha alojado en mi sangre su veneno.
Lo digo por decir, en realidad,
la mosca del sexo ha nacido de mi carne,
se ha alimentado de mi sangre,
ha vivido años entre mis piernas.

Yo soy la mosca del sexo.

Fiebre, fiebre que no se calma más que instantáneamente
con tu semen,
fiebre que no desciende sino con tu saliva,
que no sabe inclinarse más que frente a tu voz.
Mi deseo encontró a quien rondarle.
Fiebre. Fiebre desesperada.

¿Te has tragado todos los imanes?,
que mi metálico pecho no quiere sino arremeter contra tu pecho.
¿Te has comido la miel que quedaba en
los panales del mundo?
que mi sexo, abeja milenaria
escapa hacia tu boca en vuelo vertical .

Víctima de mis besos,
depositario del tesoro de palabras que te debo,
héroe de papel.
Tu voz es el incendio en que se queman todos mis prejuicios,
tu voz es una tea forjada con pétalos de rosa.
tu voz es mi condena.
Me ha picado tu voz en pleno corazón,
y es un veneno dulce como de alondras anidando debajo de mi piel.

Fiebre, fiebre ....fiebre.

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